Hoy Alcázar puede sentirse dicha por tener un santo beatificado en este día en Roma.
Un Santo es un amigo de Dios, un hijo de Dios que vive junto a él para siempre. Nuestro Hermano Ramón Tejado, hoy es declarado solemnemente en Roma BEATO, es decir bienaventurado, dichoso, santo, hijo de Dios. Uno de los que acompañan a Cristo porque también él ha lavado su vida con la sangre del martirio. Dichoso él que supo tener fe y valentía para dar la vida por Cristo, antes que dejarse seducir por las cosas mundanas.
Toda la Iglesia española hoy se reviste de gozo y alegría y canta las glorias de estos 498 mártires que están siendo beatificados en esta mañana. Ellos son la admiración y el mejor ejemplo para la cristiandad, porque fueron fieles a la fe, porque dieron su vida por amor y perdonando a los que les mataban. Ramón iba catando la misa como himno al primer mártir: Cristo. El nos enseñó el camino, como hoy lo hace Ramón el camino de Dios.
Tenemos un santo en nuestro pueblo, en nuestra ciudad. Desde el cielo hoy nos bendicen a todos, pues nunca se olvida la cuna de nuestra vida. Podemos sentir orgullo, pues nuestro pueblo es patria de santos, lugar de héroes, tierra de nobles y pueblo de fe. Que esto nos estimule a todos para que también nosotros sepamos continuar lo que ellos vivieron.
¿Cómo era y quién era Ramón Tejado? Nació de padres pobres y humildes trabajadores Natalio y Joaquina que tuvieron 6 hijos, cuatro hermanas y un hermano. Desde pequeño frecuentó este lugar franciscano y se le iban los ojos detrás de los franciscanos que había aquí. Tenía cuatro años, cuando se abrió de nuevo el seminario en esta casa, trasladado de Belmonte. Desde muy pequeño se hizo monaguillo y cantor en la parroquia, donde demostró ser un gran cantante con voz limpia y buen oído. Cantaba en las fiestas, novenas y funerales. Los sacerdotes estaban encantados con Ramón.
Nunca faltaba al colegio y deseaban tener conocimientos para ser una buena persona. Rezaba y era piadoso. Su hermano que no rezaba y estaba alejado, le llamaba “santurrón” para molestarle. También su padre estaba alejado de la iglesia. Trabajaba mucho y ganaba poco, por lo que desconfiaba de todo. Pero su madre que era terciaria franciscana y sus hermanas que eran piadosas, le acompañaban en la oración. Desde niño tuvo una gran devoción a la Virgen María y a la Eucaristía, no perdía una misa y ayudaba a todas las que podía. Desde que hizo la primera comunión lo hacía todos los días, antes de ir al colegio. Tenía envidia a los seminaristas franciscanos que había en el colegio y cuando tuvo la edad correspondiente les dijo a sus padres que quería ser franciscano para ser misionero y mártir. Pero su padre le dijo que cambiara de pensamiento. Insistió de muchas formas y cuando vio que no conseguía lo que pedía, se marchó al seminario franciscano que esta en esta casa y pidió que le admitieran. Los religiosos le llevaron a su casa pues sin el consentimiento de sus padres no lo podían hacer. Pero el fue un valiente toda su vida. Hasta que lo consiguió aunque no le gustaba a su padre. y en 1926, entró en el Seminario de Alcázar.
En 1930 vistió el hábito franciscano en Arenas de San Pedro -Ávila-. Como devoto de la Virgen del Rosario, se puso Fr. Ramón de la virgen del Rosario. El lo rezaba todos los días. Su padre fue a por él a los tres meses y se lo trajo a casa, no quería que estuviera allí. Ramón vino obedeciendo a su padre, pero su ejemplo de vida y repitiendo a su padre que su casa era el convento, convenció de nuevo a su padre para que le dejara volver.
Fue un estudiante humilde, pero siempre ayudaba a todos los que podía. Le gustaba la música y la literatura. Era tenor en el coro y cantaba muy bien. Compuso poemas a la Virgen, a España, con gran sencillez. Deseaba ser mártir como los franciscanos del Japón. Desde Pastrana donde estudio filosofía, pasó a Consuegra, donde estaba estudiando el 2º de teología desde 1934-1936. En sus cartas a sus padres decía que sufría por no poder hacer la Profesión y recibir las Órdenes, pues estaba sujeto al servicio militar. Pero se sentía cada vez más feliz siguiendo la vocación religiosa. Les decía que estaba preparado para recibir el martirio. si era la voluntad de Dios. Ante la terrible situación de España su padre fue a Consuegra para traérselo a casa y esconderlo. Pero él le dijo: “Un soldado de Cristo no debe huir jamás de la cruz, los franciscanos somos soldado de Cristo. Yo estoy dispuesto a dar la vida por El”. Ante la insistencia de sus familiares el les dijo: “Lo que sea de mis hermanos de hábito será para mí”.
Y montados en el camión de la muerte cantaban, se abrazaban, perdonaban a todos Y llegado el momento empuñando el rosario gritaron por última vez: ¡Viva Cristo Rey! Así murió este héroe de Cristo.
Su amor y su oración por su padre y hermano, obró ya en vida el milagro de la conversión. También ellos murieron mártires por defender esta casa franciscana...