miércoles, 2 de octubre de 2013

Arte religioso en Salvador Dalí

Dalí está de moda. El pintor de Cadaqués es la gran atracción del arte moderno. El museo Reina Sofía de Madrid se ve desbordado de los amantes del arte del pintor español. Tanto en periódicos, revistas, como en radio y Televisión, se nos está dando información sobre la artística belleza de su obra, que abarca todos los campos pictóricos, como de la multiforme y extensa obra realizada por este genio de la pintura, donde nos desborda la sutil e ingeniosa inspiración artística, casi siempre basada en obras clásicas religiosas, como también en la mitología griega y occidental.

Detalle de La cena, Salvador Dalí

Salvador Dalí, 1904-1989, pintor catalán, es prácticamente autodidacta, aunque pasó tres años (1921-1924) por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, para obtener el título académico. Ya desde joven adquirió fama y formó parte de un grupo de intelectuales literatos y pintores de su época (Picasso, García Lorca, Buñuel…). Era aquel un tiempo en el que imperaban los “ismos del arte”, casi todos ellos conducidos por un modernismo abstracto y materialista, cuando no ateo. Pero en medio de toda esa baraúnda, Dalí siempre se proclamó: “católico, apostólico y romano”. En su Vida secreta o Autobiografía, 1950, Dalí escribió: “los artistas llamados abstractos son fundamentalmente artistas que no creen en nada… Estoy convencido del próximo fin del materialismo… por reacción vendrá una nueva cosmogonía religiosa”. Este pensamiento es muy valioso por proceder de uno de los grandes colosos del arte moderno.

De Dalí se ha dicho de todo, pero apenas se conoce la abundancia de su arte religioso, pues fundamentalmente es pintor religioso. Se le ha llamado “teólogo del arte” y un “místico cristiano del pincel”. Su forma de pensar y de pintar, le ganó la mayor oposición y marginación, tanto por parte de la crítica y pensadores de izquierdas, como de los teorizantes materialistas que están en contra de la cultura cristiana. Si se hubiera confesado comunista, ateo o arreligioso, hubiera superado a Picasso y a todos los artistas de su época. Por eso, frente a esa crítica adversa queremos reivindicar su arte religioso y hacer que se conozca su valiosa obra.

La crucifixión, Salvador Dalí
Dada la brevedad del artículo frente a la extensa obra religiosa de este autor, nos limitaremos a enumerar las principales obras con cortas reflexiones, con el fin de que nos hagamos una idea de la grandiosidad y nutrida obra religiosa de este autor.

Dalí inició el tema religioso con un motivo que tuvo gran aceptación en el arte de su tiempo: el apocalíptico Jinete de la muerte, donde además de la idea religiosa, impacta la habilidad del dibujo y el de los colores. A Dalí en este tiempo le obsesionaba la muerte, pues escribió: “no trascurre un solo minuto sin que el sublime espectro de la muerte me acompañe”. De 1937 datan dos temas bíblicos titulados uno Salomé y el otro Herodías. En 1945 Dalí realizó uno de sus grandes cuadros religiosos: La resurrección de la carne. Es fruto de su fantasía que al contemplar los despojos humanos, la fe en la resurrección es un consuelo. Y en 1946, sorprendió a los seguidores con un cuadro lleno de mística y belleza espiritual: Las tentaciones de San Antonio. Una vida muy conocida en los santos de la Iglesia. El Santo, huyendo del mundo y las atracciones de la carne, se retira al desierto para verse libre, pero allí es terriblemente tentado. La mística y voluptuosa visión apenas se sostiene. Obra colosal llena de sentido religioso y espiritual.

La tentación de San Antonio, Salvador Dalí
La Madonna de Portlligat, Salvador Dalí
Y a partir de este momento, Dalí se centra en su producción más espiritual, llegando a decir: “El cielo se encuentra en el centro del pecho del hombre que tiene fe”. A este momento místico pertenece la: Madonna de Port Lligat, 1949, donde aparece la imagen del la Virgen con el Niño Jesús llevándole en el interior de su pecho, como en un sagrario, toda ella enmarcada en un arco de triunfo. Y siguiendo este momento de inspiración mística, sale a la luz su pintura más conocida: el Cristo de San Juan de la Cruz, 1951, cuya inspiración está basada en un dibujo del místico abulense. Dalí lo crea en un momento de éxtasis, ya que su deseo era pintar un Cristo bello, entregado a ese mundo por el que da su vida. Este motivo de la cruz le sirve de inspiración y pinta varias cruces de Cristo, tales como la Cruz aritmosófica, 1952; Cruz nuclear, 1952; la Cruz del ángel, 1960, y dos crucifixiones más; cerrando esta etapa con una de las obras más geniales de Dalí: La última cena, 1955, donde aparee Cristo bendiciendo el pan y el vino, como dentro de un sagrario místico, estando los Apóstoles en total y profunda comunión de pensamiento eucarístico.

Cristo de San Juan de la Cruz, Salvador Dalí
Cruz nuclear, Salador Dalí
Durante estos años la actividad creativa de Dalí es frenética en temas religiosos, creación artística que no abandonará hasta el fin de su vida. De 1957 data también la figura de Santiago el Grande, montando un caballo descomunal, extendiendo su brazo hacia la figura de Cristo del que salen rayos de gracia y protección. En 1958 realizó la Madonna cósmica y en el mismo año presentó también la Asunción. Después vendría la Virgen de Guadalupe, obra de gran originalidad, ya que su manto espléndido de color, está decorado con bellos ángeles, simbolizando la corte celeste que la acompaña. En 1960 dio a conocer la Sirvienta de los discípulos de Emaús, la Trinidad, Santa Ana y el Niño, Santa Ana y San Juan, el Concilio ecuménico y varios cuadros del Apocalipsis, terminando la serie con el Quinto sello del Apocalipsis, emulando al Greco.

Santiago el Grande, Salvador Dalí
Dalí vivió esos años como el más dulce momento creativo, con frenética actividad de fantasía, rompiendo con todos los ismos que caracterizan el arte moderno. Es sin duda el mejor pintor de la época y el que domina como ninguno el color y el dibujo sin olvidar el sentido religioso. Él quiso demostrar que el arte moderno sin la faceta religiosa, nace ya defectuoso. Algunos de sus cuadros, conocidos en todo el mundo, son hoy cumbre del arte moderno.

Sólo hacer una lista de sus obras nos llevaría muy lejos, ya que fue muy prolífico en este tema. Lo bueno es que casi toda su producción lleva el sello del sentido religioso, donde no faltan los símbolos o motivos que hablan el lenguaje cristiano. Basta contemplar algunas de sus obras para comprobar esta realidad. Digamos: Basílica de San Pedro, Explosión de fe cristiana en el centro de una catedral, Retrato de San Jerónimo, San Jerónimo en su celda, el Sagrado Corazón de Jesús, 1962, Escenas del Apocalipsis, la Segunda llegada de Cristo. Piedad, 1982, otra Piedad en1983, siempre inspiradas en la clásica de Miguel Ángel en el Vaticano. Pintó un San Sebastián, siguiendo a Guido Reni y al Greco. Tiene también un cuadro titulado Mártir, cuyo cuerpo humano retorcido por el dolor indica la entrega del sufrimiento. San Salvador y Antonio Gaudí –ya abierto su proceso de beatificación-. Decoró el Padre Nuestro, con imágenes sugerentes de fe e ilustró libros, joyas y objetos de arte, donde siempre está presente el sentido religioso.

Quedan en su larga lista de producción obras que sin ser llamadas religiosas trasmiten un sentido auténtico de fe cristiana, como la magistral obra de Sueño de Colón, descubrimiento de América, cargada de símbolos cristianos, el Ángelus=Pop. Op, Regina Coeli, Santa Cecilia, Beato Juan XXIII y un largo etc., con otras muchas obras que dejamos sin enumerar.

El sueño de Colón, Salvador Dalí
Sí, reivindicamos para Dalí el alto puesto de nuestro arte religioso moderno, ya que él ha superado con creces los honores que a otros sin tantos méritos les atribuyen.